Se conoció a través de unos amigos cuando ambos estudiaban bachillerato y «después del primer beso, y así sin darnos cuenta, pasaron 11 años y mil aventuras juntos. Sobrevivimos a universidades, Erasmus, viajes de trabajo… y en nuestro décimo aniversario Borja organizó la pedida de mano en una noche inolvidable». Fue en una coctelería del centro de Madrid, en la que también estuvieron sus respectivos padres y hermanos. Así empieza la crónica de esta boda de acento madrileño y toques en color negro.

Porque mira que he visto y publicado bodas reales de mil estilos y temáticas, pero nunca me había encontrado con una pareja con un leitmotiv como el de Vanessa y Borja, que tuvieron muy claro que la inspiración para su boda sería ese Madrid más castizo que, en sus propias palabras, «representa lo que somos». Y confieso que lo hicieron muy bien. La boda está cargada de bonitos guiños madrileños aunque, curiosamente, se casaron en Otero de Herreros (Segovia) donde encontraron el espacio perfecto para acoger a todos los invitados y pasar junto a ellos un fin de semana entero de celebraciones; incluida la fiesta preboda que disfrutaron hasta las seis de la mañana.

Fotos, cortesía ©Concorazon

 

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De los manteles de vichy negro al Madrid más castizo como inspiración para la boda.


 

Son varias las referencias que Vanessa y Borja hicieron a su Madrid. Pero, sin duda, la idea de los organilleros y barquilleros vestidos de chulapos para amenizar el cóctel de bienvenida, como toda buena verbena que se precie, me ha robado el corazón; a mí y a sus invitados que «estaban tan emocionados jugando a ganar barquillos». Como anécdota la novia me cuenta que realmente los había contratado por poco tiempo, por miedo a que los invitados se aburrieran del organillo, pero terminaron quedándose mucho más.

Un rincón con barreños repletos de Cerveza Mahou bien fría, tinto de verano La Casera para refrescar ese último día de agosto y estaciones de comida donde degustar bocata de calamares, tortilla… Tampoco faltaron los tradicionales caramelos de violetas, típicos de Madrid y los preferidos de Vanessa, que iban a modo de regalito para los invitados dentro de una bolsa de algodón personalizada con las iniciales de los novios y el hashtag del enlace: #tetodo.

Para el seating plan eligieron bautizar las mesas con nombres de estaciones de metro del Metro de Madrid; pero no al azar, cada una guarda una relación con los invitados de cada mesa. Para la presentación bordaron los nombres en una gran banderola de tela. Una bonita idea para guardar como recuerdo después del enlace.

Las mesas se dispusieron jugando con mesas redondas vestidas con un precioso mantel de cuadros vichy negro y mesas largas en madera sin mantelería, «como si fueran las mesas de una gran casa familiar, con macetas de hierbas aromáticas y velas en botes de conversas a modo de centros de mesa, y panes recién hechos envueltos en papel con una ramita de romero decorando». Destacan la elección de los bajoplatos de cristal tallado transparente (que nos recuerda a la vajilla de nuestras abuelas) y las servilletas, que Vanessa confiesa «eran paños de cocina de Ikea».

Fotos, cortesía ©Concorazon

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Dos vestidos de novia y tres looks, complementos customizados por la propia novia, Hulk que se cuela en la boda, y más vichy negro.


 

Para su look de novio Borja se decantó por un tradicional traje tres piezas en azul marino con sutil cuadro ventana y confección a medida. El punto friki (ya que es un apasionado de Marvel) estaba escondido en el chaleco, una pieza reversible que por un lado llevaba un estampado de Hulk creado por la propia novia. De complemento especial se puso el reloj que le regaló Vanessa en su décimo aniversario de novios.

Y para su look de novia Vanessa sorprendió con dos vestidos de novia y tres cambios: «Siempre me imaginé un vestido de novia convertible que me dejara disfrutar de cada momento de la boda». Para la ceremonia su vestido de novia estaba inspirado en el de su abuela, con falda de tul con cola y cuerpo manga tres cuartos confeccionado en puntillas y flores entoladas; un cinturón delgado, un tocado con velo hecho días antes por Vanessa y unas sandalias de tiras transparentes de Zara, customizadas también por ella con lazos vichy negro, completaban este primer look.

El segundo look nacía de ese primer vestido convertible. Para la cena se quitó la blusa de puntilla y dejó el vestido ‘básico’ de corpiño de tirantes a la vista, y se cambió los zapatos por unas cómodas alpargatas de cuña en vichy negro. El tercer y último look fue un segundo vestido de novia diseñado para el baile, confeccionado en crepe de seda y decorado con flores pintadas a mano en tonos azules y detalles bordados con cuentas y lentejuelas para darles un toque de brillo. Un vestido especial y muy personal.

Como complementos más que especiales Vanessa lució unos pendientes de oro de su bisabuela y un alfiler de la Virgen del Rocío que le regalaron en su primer camino y que llevó prendida a la empuñadora de su ramo de novia, también decorado con retales de tela en cuadros vichy negro.

Fotos, cortesía ©Concorazon

 

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CRÉDITOS | PROVEEDORES

Ceremonia: Religiosa, Iglesia de los Santos Justo y Pastor / Espacio: La Estación / Vestidos de novia: Inuñez / Maquillaje y peluquería: Urvan / Ramo de novia: The Colvin & Co. / Música en directo: Cachaba Flamenco / Fotografía: Concorazon.

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