La de Margot y Gonzalo es una boda que nos encanta y que llevamos tiempo queriendo publicar, de hecho, algunas de sus fotos aparecen en la revista y en nuestro Instagram. Nos encanta esta pareja, el amor que trasmiten y su jovial enlace (porque sí, al final una boda tiene que ser una divertida celebración).

Se conocieron estudiando arquitectura y “fuimos amigos/novios/amigos/novios hasta que al final triunfó el amor hace ya más de 7 años”, nos cuenta Margot. Ambos comparten muchas aficiones, por eso no dudaron en implicarse en toda la organización de su boda, desde el diseño de las invitaciones y papelería y los detalles y decoración de su enlace, hasta el tipi indio donde se la pasaron en grande los niños jugando o las letras gigantes luminosas con sus iniciales realizadas por el padrino.

Se casaron en una de las ermitas más castizas de Madrid, San Antonio de la Florida, y nada más salir, se acercaron hasta la antigua Estación del Norte para realizar su ‘paseo de boda’, dejándonos unas fotografías maravillosas donde la arquitectura y la decadencia del espacio abandonado, contrastan con las miradas de amor de la pareja.

 

{MARGOT, la novia} Es muy difícil definir nuestra boda con un solo adjetivo. Nuestra intención era que fuera original y reflejara nuestro estilo y personalidad. Teníamos claro que la celebraríamos en una noche de verano y la idea siempre fue que se hiciera al aire libre. Tanteamos algunas azoteas y terrazas emblemáticas del centro de Madrid hasta que descubrimos (y nos enamoramos) de un maravilloso jardín. Más tarde, para nuestra sorpresa, descubrimos que la casa que acompañaba al jardín era de un admirado arquitecto, Antonio Lamela y nos pareció el escenario perfecto para nuestra fiesta con un montón de arquitectos entre los invitados. Si a un maravilloso lugar le sumas un delicioso banquete, el resultado no pudo ser mejor.

Fuimos 120 invitados. No tuvimos mesa presidencial, nos sentamos con nuestros amigos. Dispusimos tres mesas alargadas (imperiales) en paralelo bajo las guirnaldas de luces porque nos gustaba la idea de cenar en un ambiente de verbena de verano. No faltó una food truck sirviendo Cervezas La Virgen y barra de margaritas y mojitos.

 

Mi vestido de novia era blanco, de mangas largas y de líneas muy sencillas. El vestido fue hecho a medida por Miguel Gabó de La Maja Novias bajo mis indicaciones y en un maravilloso crepé; velo de tul plumeti y encaje obra de mi madre; el tocado que lo sujetaba fue hecho a mano por mí, y los zapatos eran en tono rosa fue un regalo de mi hermano. Ah, y mi ramo de novia: un bouquet de peonías y rosa inglesa en tonos rosa empolvado, blanco y hojas mint.

El novio, ¡tremendamente guapo!, llevó un esmoquin azul noche… en contraste con los testigos y el padrino que iban en esmoquin negro y con gemelos personalizados regalo de Gonzalo.

Fotos, ©Cris Diaz cortesía de la novia
CRÉDITOS | PROVEEDORES

Ceremonia: Religiosa / Celebración: Venta la Rubia / Catering: Cúrcuma eventos / Foodtruck: Rufina e Hijas / Vestido de la novia: Miguel Gabó para La Maja Novias / Zapatos novia: Lodi / Ramo de novia: La Antigua Floristería / Traje del novio: Trajes Guzmán / Fotografía: Cristina Diaz.

Comentarios desactivados