Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer,
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.

Y quién, como Margarita, no ha soñado con las estrellas. Este célebre poema de Rubén Darío es uno de mis preferidos y ayer revisando entre mis archivos di, nuevamente, con las imágenes de esta evocadora love session fotografiada por Noemi Jaroid, y me acordé de ella. De esa niña que fue en busca de «la estrella que la hacía suspirar».

Alcanzar una estrella, soñar con las estrellas, contemplar las estrellas, viajar hasta las estrellas, robar una estrella… Por suerte, Margarita ya no tendría que escapar «bajo el cielo y sobre el mar» ya que regalar una estrella es posible. Sí una real, de las del firmamento mismo.

Fotografías, cortesía ©Noemí Jariod

 

Imagina en la noche mirar hacia el cielo y ver allí arriba, titilando brillante con su luz propia, a tu estrella personal o la estrella de esa persona a la que tanto quieres. Una idea de regalo único y original, que para nada se queda en una mera metáfora ya que cada compra se registra oficialmente en el ‘Starling Star Registry’ y se entrega un certificado con el nombre y mapa para su ubicación.

Si la niña a la que escribía Rubén Darío quería su estrella «para hacerla decorar un prendedor, con un verso y una perla, una pluma y una flor», creo que tú y yo la querríamos para verla brillar, sin más. Saber qué está allí observando… y saber que alguien muy especial nos la dedicó.

… Y cariño, si algún día me regalas una estrella muy seguro podríamos llamarla Margarita, que no estaría mal, pero prefiero que la llamemos amor.

Fotografías, cortesía ©Noemí Jariod
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